Rincón literario

Gracias a Joan Carles Ferrer tenemos unos microrrelatos de cada una de las canciones del álbum «Mosaicos»

Clepsidras forajidas
Astros

Anunciaron la conjunción de dos planetas: Saturno y Júpiter. Tal vez era una cierta predisposición, pero aquella noche la luna tenía un brillo especial. Contempla las estrellas mientras su mente viaja por un magnífico firmamento. Las luces de la calle convertidas en faro de la cotidianidad. Un peatón solitario. Llega la brisa hasta su balcón, convertido en la cubierta de un viejo barco.

A la deriva un mortal
Firmamento cotidiano


Aquel punto luminoso y brillante que admira cada noche desde el balcón corresponde a Venus. Hay cantidad de estrellas y a veces la luna, redonda e inmensa, está llena. La luz cálida y algo enigmática del interior de las viviendas. Alguna palabra, acariciada por el viento, viaja sola. Unas notas musicales se columpian en el tendedero y en doble salto mortal se pierden en la oscuridad. Escasos susurros en la penumbra. Un silencio de papel. Existe una química de la noche, también en la soledad y el amor. Escucha unos pasos lejanos, un último adiós.

Atrapado por la sombra
El viaje imaginario


Camino rumbo a la ciudad. Dominando el valle, desde una colina, aparece la hermosa Nissa. El amarillo del azufre parece teñir la tierra. Viejas minas abandonadas. El cielo de un azul magnífico. Un paisaje inmenso. Árboles y piedras. La fuerza de la naturaleza. La luz maravillosa de Sicilia. Como en mis sueños, paseo por plazas barrocas. Me gusta caminar sin rumbo fijo y perderme por sus calles pequeñas, imaginar las vidas en el interior de las casas, conversar con personas desconocidas pero amigas. Ser parte de la vida cotidiana. Valorar los pequeños detalles y vivir el momento.

Mis ojos están tristes al despedirme de la isla, atrapado por la sombra.

Léodas de crotalia
Dibujando quimeras


Entre dos bloques altos contemplo el cielo. Azul, gris, blanco, como un mar inmenso. Las olas son el viento y la luz un hilo mágico que nos une. Camino en silencio por una calle vacía. Árboles desnudos y algunos cipreses verdes. Entre esos pedacitos de cian encuentro la vida.

Mosaicos
El mosaico de la vida


Camino por el centro de una pequeña isla bañada por tres mares. Entre aroma de albahaca y color de limonero. Busco en la luz de la tarde. Vivo un instante mágico. Sabor dulce. Me siento libre contemplando la inmensidad del cielo. Viajo con las nubes. Respiro un aire limpio. Olivos centenarios en un paisaje amarillo.

De tus ojos mi escenario
In natura


Es un día frío pero soleado. La nieve ha cubierto el paisaje. Al fondo las montañas. El anorak es azul, como el cielo. Ambas cosas la protegen. El viento desordena su cabello, convirtiéndolo en rayos de sol. Atrapo ese instante mágico. Me gusta esperar ese momento cuando, tras los cristales oscuros, encuentre el color de su mirada.

Sempiterna
Acordes de vida


Cava la tierra. El sol y el aire la limpian. La alimenta de ilusión. Dibuja los surcos y planta notas musicales junto a palabras semilla, de izquierda a derecha, como renglones en una partitura. Riega el campo, transcurren los días. Cuando llega la primavera surgen los primeros brotes. Letras y sonidos que se convertirán en palabras, después en frases y flores de música. Las manos del poeta recogerán la canción.

Somnolencia de una brisa pasajera
La persistencia de su memoria


Espacio y tiempo en la costa escarpada. Una extraña criatura inerte sobre la arena. Pensamientos que viajan a la velocidad de la luz. El tiempo se dilata, como un queso camembert. Se derriten los relojes bajo el sol de la canícula. Azules, grises y blancos penetran a través de sus ojos de adolescente. Le encantaría vivir dos acontecimientos a la vez. Vislumbra una equivalencia entre masa y energía. Ya ha pasado una hora. Ensoñación y divagación se volatilizan de repente desde la popa de un navío imaginario rumbo al sur crepuscular.

Cada dos minutos pienso en ti
Siempre presente


La noche parece tener prisa por devorar la tarde. Hace días que no escucho su voz, ni leo sus palabras, o tal vez es una sensación errónea del paso del tiempo. Contemplo las fotografías, paisajes lejanos y sensaciones que renacen en mi interior. En la calle permanece el silencio, ninguna música, como si la vida hubiese perdido su banda sonora. Carpe diem, intento pronunciar lentamente. Hay luna llena, la miro con la luz del atardecer todavía en mis pupilas. Cada dos minutos pienso en ella.

Mentiras de mentira
Tierra


Los campos fueron invadidos por la niebla, también pueblos y ciudades. El frío y la humedad congelaron la noche. Sombras caminando por calles grises exhalan un vapor imaginario. Alguna luz tamizada tras una ventana. Sonidos amortiguados en la lejanía. Un cielo de cristal reflejado en charcos congelados. Los árboles convertidos en seres fantasmales. Sólo los pájaros atraviesan la oscuridad. Una chimenea humea en la noche. Alguien lee un poema. Se escuchan pasos en el recuerdo. Mañana, tal vez, todo será distinto.

Volviendo de Londres
La complicidad de un instante


Cuando cae la tarde, casi todo el mundo ha pasado por la cantina y el puesto de venta de granizados de café y limón. El músico del grupo se sienta en el suelo y delicadamente comienza a tocar la guitarra. A la compañía de las notas musicales se unen cinco chavales entre los que me encuentro. Miro el cielo anaranjado, azul y violeta de Alicante. Una luz especial y mágica está en el ambiente. La música nos une. En silencio lo compartimos. Somos muy jóvenes. Todavía nadie sospecha qué sucederá volviendo de Londres.

Ocupada por rescatarse
Enemigo de una ilusión


Camina con la guitarra al hombro. Calles empedradas brillan tras la lluvia. Contempla la luna llena. En su mente aparece un estribillo mientras tararea algo tímidamente. En la soledad de la noche las notas musicales se convierten en estrellas. Sabe que ella tan solo busca el regalo de una voz.

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